Obviamente, no todo es alegría y maravilla. Aquí también hay
momentos duros, y muy duros.
No me refiero a cuando hace mucho frío, que lo hace, a
cuando no para de nevar durante días, a cuando sales a conducir sabiendo que
bastante gente lugareña con sus coches mastodónticos se sale por las cunetas.
Eso son curiosidades. Aquí ya me he
tomado la fama de ser un optimista. A todo le saco un lado positivo, curioso,…
algo que le quite hierro.
Queen Elizabeth II highway (Edmonton con Calgary) durante una tormenta de nieve |
Lurdes preparándose para Sochi 2014 en la disciplina de ice shopping |
El record absoluto en cuestión de temperaturas, pero no cuenta porque estábamos dentro
del coche (de viaje) ha sido ‑34ºC. A ver cuando lo batimos!
Como he dicho antes, yo prefiero tomármelo así, como una anécdota, a ver hasta qué temperatura vamos a llegar. Pero el juego ya no lo es tanto todas las mañanas, cuando Itziar se va al colegio en autobús, y tiene que cambiar de autobús una o dos veces. La pobre se busca la vida con distintas combinaciones para intentar que los transbordos sean en paradas grandes (“intercambiadores”) calefactadas, que hay muy pocas, ya que la mayoría no tienen ni dónde resguardarse. Cierta vez preguntamos en el colegio que si en caso de mucho frío, mucha nieve, hielo...., cerraba el colegio y que cómo nos podríamos enterar. La respuesta fue sorprendente. Es raro que ocurra, pero si pasa se anuncia por las radios y televisiones locales que ese día no hay que asistir al colegio, pero todos los colegios abren todos los días. Antiguamente -seguían contando- no era así, pero se había dado el caso de días que habían cerrado, algunos niños (ya desde los 10 años suelen ir solos al colegio en autobús) que no se habían enterado del cierre, se encontraron el colegio cerrado y tuvieron problemas de congelación al tener que esperar el autobús de vuelta.
Como he dicho antes, yo prefiero tomármelo así, como una anécdota, a ver hasta qué temperatura vamos a llegar. Pero el juego ya no lo es tanto todas las mañanas, cuando Itziar se va al colegio en autobús, y tiene que cambiar de autobús una o dos veces. La pobre se busca la vida con distintas combinaciones para intentar que los transbordos sean en paradas grandes (“intercambiadores”) calefactadas, que hay muy pocas, ya que la mayoría no tienen ni dónde resguardarse. Cierta vez preguntamos en el colegio que si en caso de mucho frío, mucha nieve, hielo...., cerraba el colegio y que cómo nos podríamos enterar. La respuesta fue sorprendente. Es raro que ocurra, pero si pasa se anuncia por las radios y televisiones locales que ese día no hay que asistir al colegio, pero todos los colegios abren todos los días. Antiguamente -seguían contando- no era así, pero se había dado el caso de días que habían cerrado, algunos niños (ya desde los 10 años suelen ir solos al colegio en autobús) que no se habían enterado del cierre, se encontraron el colegio cerrado y tuvieron problemas de congelación al tener que esperar el autobús de vuelta.
Esto, después de todo, lo veo como curiosidades de la rutina
diaria. Para mí, que me ha tocado más de cerca, los momentos realmente duros
son otros. Es cuando sabes que alguien a quien tienes un especial afecto y
cariño está pasando por un momento muy difícil, y no puedes hacer nada por
ayudarle. Sabes que su familia y la gente que le rodea están muy preocupadas y
no puedes hacer nada. Desde aquí, nada. Igual allí tampoco, pero es una persona
con la que tengo una extraña conexión, una rara afinidad que en ocasiones ha
hecho que nos pusiéramos a hablar cuando se cerraba a casi todo el mundo. Creo
que le podría ayudar, pero no puedo hacer nada.
Otro momento complicado,
fue cuando Itziar se puso pachucha, y a las 9:30 de la noche Lurdes desistió,
dijo que en casa ya no podía seguir y que tocaba ir a urgencias. En esos
momentos es cuando te das cuenta que estas sólo, en un país que no es el tuyo,
en una sociedad que no conoces y que tu
empresa te ha soltado sin darte un mínimo de información. No sabíamos dónde ir!
Lo que había cerca de casa y creíamos un hospital, no tiene urgencias nocturnas
(por el día veíamos y vemos ambulancias para arriba y para abajo); debe ser un "centro de día”. Afortunadamente, un vigilante nocturno me vio algo
desorientado, me abrió y me dijo dónde estaba el hospital más cercano. Luego en
el hospital, tras dos horas en la sala espera, y gracias a que Lurdes es
médico, pudo convencer a la gente del hospital de que Itziar necesitaba que
le atendieran rápido y al final le metieron en un cuarto de urgencias.
La pobre Itzi lloró antes de ir al hospital, pero cuando se vió así entendió que su madre tenía razón |
En esos momentos, sabes que no tienes a quién recurrir, en
quién apoyarte, sabes que estás sólo. Aquí hay varias personas con las que hemos
acabado creando un lazo algo especial y sabes que están ahí, igual que tú
estarías si ellos lo necesitaran, pero es ahí cuando te das cuenta dónde estás
y lo sólo que estás. Y piensas que menos mal que nos manejamos más o menos bien
en inglés, que Lurdes es médico por lo que habla el mismo “idioma” que el de la
bata, que no va a ver mal entendidos, que Itziar va a entender todo lo que le
pregunta el medico… pero miras alrededor, y te sientes extraño, sólo.
Pero los dos peores momentos que he pasado aquí no han sido
ninguno de estos. El primero es cuando me enteré del fallecimiento de José Mari.
Era la primera persona a la que íbamos a ver cuando subíamos a Calahorra (el pueblo de mi familia). Algunos
de los que estáis leyendo el blog le conocíais. Ya no habrá más vinos en la
cafetería del Casino, ni el Oliver, ni en Las Vegas. Dos o tres semanas después
me enteré del fallecimiento de Esmeralda, la madre de un íntimo amigo mío. Una
de esas madres de tus amigos que te han tratado como si fueras un hijo suyo más. En esos
momentos no es que estés sólo, es que estás aislado. Estás al otro lado del
mundo. No puedes hacer nada. Sólo piensas en las personas que se han ido.
Soy de los que cree que en esos momentos, cuando ya no se puede hacer nada,
lo que hay que intentar es arropar a los que se quedan, estar al lado de ellos, sin decir nada, dándoles todo el calor y el cariño que puedes. Siempre será poco, el dolor de esos momentos es tan grande que nada hace que te sientas mejor. Pero desde aquí es
imposible, todo es imposible. Te sientes inútil, impotente, frustrado. Esta ha sido la primera vez que
me ha planteado si merecía la pena esta aventura.
Desde aquí, desde tan lejos, José Mari, Esmeralda, un beso para siempre.
Desde aquí, desde tan lejos, José Mari, Esmeralda, un beso para siempre.